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21/11/23

A estudiar en bicicleta o a pie / Por Manuel Gómez Sabogal

 “La vida no se debe medir con la misma vara a todos, pues no conocemos qué hay detrás de cámaras”.


Así de sencillo y simple. Una frase que resume sacrificios y dificultades de ciertas personas para lograr sus metas.

Recuerdo que tenía horarios como estos: 7 a 9 de la mañana, 10 a 12 o 2 a 4 y 6 a 8 p.m. Había días en los cuales debía madrugar para estar a las 7 en clase con mis estudiantes.

En una ocasión, tuve un grupo de primer semestre. Ellos eran alumnos de Contaduría Pública.

Había un alumno que siempre llegaba casi a las 8 de la mañana. Jamás estaba puntual. Un día me le acerqué y le pregunté:

*  ¿Por qué no llegas temprano a clase?

*   No puedo, profe. Me queda muy difícil.

*  ¿Pero nunca puedes llegar antes de las 7 y media?

*  No, profe. No puedo.

*  Me puedes contar, si quieres.

*   Es que no sé qué va a pensar. Y me da pena.

*   Nada voy a pensar. Ni tienes por qué sentir pena.

*  ¿En serio, profe? Es que yo vivo en Quimbaya. Soy panadero y debo estar en la panadería desde las 3 de la mañana hasta las 5. Después, tomo mi bicicleta para venir a la U. Por eso, no puedo llegar temprano

*  ¿En bicicleta desde Quimbaya?

*   Sí señor.

*   Entiendo. Entonces, tranquilo. Te pongo un trabajo, escribes y cuando lo termines me lo traes. ¿Y las clases?

*   Tranquilo, profe. ¿Puedo seguir llegando a las 8?

*   No hay problema.

En otra ocasión, tenía sesiones en la tarde con un grupo de Comunicación social. Un estudiante siempre llegaba tarde, demasiado tarde, diría yo. También, me acerqué y le pregunté qué le pasaba.

*  Profe, disculpe, pero si tengo para el bus, no tengo para el almuerzo. Muchas veces, vengo a pie desde mi casa.

*  ¿Dónde vives?

*   En el sur, profe. Por los puentes de la 26.

*  Te vienes a pie.

*   Debo hacerlo. Mi mamá no tiene dinero y mi papá no vive con nosotros.

Desde ese día, le ayudé. Podía almorzar en la U y tomar el bus para ir a estudiar y volver a casa.

Son historia reales. Historias que me hicieron sentir que aprendía cada día acerca de los estudiantes. Me daban lecciones diferentes cada día.

No es fácil conocer muchas de esas historias, pero los rostros de los alumnos cuando están en clase, revelan mucho. Siempre me fijaba en ellos. Desde cuando empecé como docente, desde cuando me inicié en la difícil carrera de ser maestro.

No es fácil, pero cuando alguien quiere progresar, no ve obstáculos en la vida. Nada queda a mucha distancia. La universidad queda cerca. No importa el horario para levantarse, trabajar y luego, salir a estudiar. 

Esos ejemplos de vida los traigo en esta ocasión, en especial para quienes les parece todo muy distante. Les queda lejos el trabajo, el estudio. Se levantan tarde, viven estresados y nunca arriesgan, porque nada les importa.

Hoy, esos estudiantes son profesionales, exitosos y felices.

 

 

 

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