Charlemos
El
hombre: el único animal que mata por placer
Por Manuel Tiberio
Bermúdez
La
crueldad de los seres humanos aún no tiene un punto de referencia que sea el tope al horror que es capaz de producir.
A
lo largo de la historia los seres humanos han mostrado su capacidad de producir
sufrimiento a otros, no importa la especie a la que pertenezcan. Desde el
relato bíblico de Caín dando muerte a su hermano Abel, según muchos historiadores,
con una quijada de asno, hasta el horror del desplome de la Torre Gemelas
ocurridas en 2001 y que según datos alcanzó a las 2992 muertes y 24
desaparecidos.
Pasemos
rápidamente por la muerte de Jesús de Nazaret en un proceso de larga agonía, y
mucho después las torturas que realizó la llamada Santa Inquisición, que con pretexto
de combatir la herejía cometieron las
más atroces torturas.
El
dominio de los europeos sobre los indígenas americanos tampoco está exento de
pasajes que producen escalofrío el leerlos y ni que hablan de los conquistados,
los aborigen, quienes practicaban el
canibalismo y los sacrificios humanos para apaciguar a sus dioses.
Otro
aspecto del sufrimiento que es capaz de producir el hombre a sus semejantes, es
lo referido al Holocausto Nazi, una acción de exterminio selectivo en el que
murieron “unos seis millones de judíos, tres millones de prisioneros de guerra
soviéticos, dos millones de polacos y un largo etcétera de nacionalidades y
etnias”, según narra la historia de ese
horror.
Esta
introducción para referirme a un tema que tiene consternada la población
colombiana debido al caso de Rosa Elvira Cely, una mujer que fue violada, y
vejada de la manera más horrible y que según los galenos había sufrido lo que
se conoce como empalamiento, una práctica de tortura y ejecución que era
utilizada en la época medieval y que consistía en que la víctima era atravesada
por una estaca. Y todo parece indicar que Rosa Elvira sufrió este tipo de
tortura según se lee en la revista Semana.
“Estaba tendida sobre un charco de sangre, con las
extremidades inferiores desnudas y laceraciones en los brazos y en torno al
cuello que sugerían un intento de estrangulamiento. En la cabeza tenía un golpe
fuerte. Pero además padecía graves heridas en las zonas íntimas, donde
sangraba. De inmediato se solicitó una ambulancia. El vehículo acudió y Rosa
Elvira fue internada en el Hospital Santa Clara, pasadas las siete de la
mañana. "Los galenos de urgencias nunca habían visto algo tan brutal y tan
horrible como lo que encontramos con esta persona", explicó el subdirector
del centro médico José Páramo. No era para menos. Rosa Elvira sufrió un paro
cardiaco, perdió la conciencia y al ser intervenida en el quirófano le
encontraron la pelvis y el útero rotos como consecuencia de un palo que le
habían introducido por el ano. Dentro del cuerpo se hallaron rastros de yerba y
astillas. Fueron cinco días de lucha en cuidados intensivos. Los médicos
probaron, infructuosamente, distintas maniobras para controlar la infección
interna que sobrevino, así como el traumatismo craneoencefálico” (Fuente: http://www.semana.com/nacion/muerte-rosa-elvira-cely-crimen-abominable/178184-3.aspx )
El empalamiento, fue usado en la Rumania del siglo XVI, por un sanguinario
rey llamado Vlad, “el empalador”, quien
destacó por la gran crueldad hacia sus enemigos. Son sus actuaciones las que
dan origen a la figura literaria de Drácula.
“El empalamiento es un método de tortura y ejecución en el que la víctima es atravesada por una estaca. La
penetración puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la
boca. La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima colgada para
que muriera”.
Según se narra este hombre, Vlad Tepes, llegó a
empalar a más de 23 mil personas en un día.
Uno entonces, no comprende cómo alguien pueda
ensañarse de tal forma para producir la muerte a un semejante. Cuánta razón
asiste a quienes señalan que el hombre es el único animal que mata por placer.