Por Manuel T. Bermúdez
Son las dos y media de la
tarde. Hace calor a esta hora en Siloé, un barrio de los llamados “de ladera”
que hace parte de la Comuna 20. Este barrio caleño, se aferra a las faldas de
la cordillera occidental en la parte
montañosa de la Capital del Valle, y aunque estigmatizado por su pasado, hoy,
Siloé se abre paso para mostrar a la
ciudad, desde su altura, los caminos de progreso que se ha venido trazando.
De allí es la protagonista de
mi historia, allá vive feliz y contenta de su barrio, de su entorno, de lo que
ella es, y en especial, de lo que hace.
Muy joven para tener que llevar
una carga tan pesada a cuestas. Pero ella está enamorada y no le importa.
Constantemente le toca echárselo al hombro para subir varias escalas hasta la
terraza, en donde lo desviste, lo limpia y lo abraza con ternura para escucharle
la voz que la enamora.
El, tiene una voz ronca, no muy
agradable que digamos, pero ella encuentra belleza en cada sonido. El es gordo,
alto, un poco más que ella, pero para la chica,
hasta hoy, -a sus casi 12 años-, él es su pasión y está dispuesta a que
la relación dure por mucho tiempo más. Ella
se llama Karen Cecilia Guevara Ortega, y
su amor: El Contrabajo.
Karen es una chica alta,
espigada y despierta, que pertenece a la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil
de Siloé. Lleva más de tres años dedicada a perfeccionarse en el aprendizaje de
éste instrumento y, asegura que, “no es tan fácil de aprender como los otros
instrumentos, pues es muy grande, suena muy duro y es pesado”.
La Orquesta Sinfónica Infantil
y Juvenil de Siloé surge en el año 2006 como parte del proyecto “Siloé Visible”
en el que participa la Fundación Sidoc, en alianza con organizaciones de
carácter comunitario como la Fundación Nueva Luz y la Asociación Centro
Cultural la Red que busca que niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los
sectores de la Comuna 20 se formen musicalmente y además, por medio de la
música, se motiven acciones de inclusión social que les aporte a un proyecto
personal de construcción de vida, promoción de la convivencia y prevención de
las distintas violencias.
Le pregunto, por qué una chica
tan delicada escogió un instrumento de tanto tamaño. “Me gustó el sonido,
y por mi altura, ah, y por la belleza también”, dice con
propiedad.
Si yo le dijera, Karen, que a
mí me parece que el Contrabajo suena feo, ¿qué me dirías?
Le diría que no, que las
canciones que en el toco suenan bonito y tiene un sonido muy lindo y más fuerte
que todos los otros instrumentos.
No se rinde, nada de lo que le
digo le hace dudar del afecto que se le nota siente por su instrumento.
¿Qué es lo que más te gusta
tocar en el contrabajo?
Ríe con la risa propia de quien
disfruta hablar de lo que sabe. “Me encanta tocar un tema que se llama “El bus”
y la “sinfonía 40”, dice.
¿Y qué les dirías a las chicas
que como tú también quieren venir a ser parte de esta orquesta?
Les diría que vengan, que este
es un lugar bonito, divertido y que aquí nos hacemos muy buenos amigos para distraernos
y reírnos, tocar a la misma vez y ser felices.
¿Y qué le dicen los chicos
cuando la ven tocando este instrumento que es tan grande?
No, no hablan de lo grande que
es sino que me dicen que suena muy bonito y me dicen, que tan bueno que yo sé
tocar un instrumento, y ya...
¿Y, que sueña para usted hacia
el futuro como concertista de Contrabajo?
“Yo quiero ser una profesora de
Contrabajo, viajar por muchos países, y tocar en ciudades bien bonitas.
Le pido que toque para mí un
fragmento del tema que le gusta: “El bus”.
¿Quién dijo miedo? Toma el arco
y comienza su interpretación que destaca en medio de los sonidos de los
violines de otros chicos que están
empezando a llegar para el ensayo y hacen sonar
sus instrumentos para el calentamiento antes de la clase.
¿Qué tiene de especial El Bus,
para usted?
“Es una canción bonita y yo me
divierto con las notas, y a mí me suena bonito.
¿Quiero saber dónde vive? “Por
El Cortijo, me dice, allí más arriba. Y desde el lugar en el que estamos me
señala un punto allá en la loma de ese que siempre ha sido el Pesebre Caleño.
“Deseo –me dice- invitar a
todos los niños que quieran venir a aprender a tocar un instrumento musical
pues esto le puede llenar de alegría su corazón y tener tanta felicidad como yo
con su instrumento, y ya…, no tengo más palabras”, me dice como para que no le pregunte nada más.
Estoy contento con la charla.
Me despido de Karen Cecilia y me voy convencido que he hecho la primera
entrevista a quien será una de las mejores concertistas de Contrabajo en el
futuro.
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