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10/2/24

Belugas, ecología y guerra fría / Por Carlos Daniel Alharal

En diciembre de 1984, pleno invierno del hemisferio norte, un grupo de ballenas belugas fueron detectadas  en peligro. Las ballenas estaban en pequeños estanques, en el mar de Chukchi rodeadas de hielo.

El mar de Chukchi o Chukotka, es una porción del Océano Glacial Ártico, localizado en el extremo nordeste de Asia y el extremo noreste de América del norte. Este mar se extiende al norte del Estrecho de Bering. Este mar pertenece tanto a Estados Unidos como a Rusia, aunque si nos ubicamos en 1984, es la U.R.S.S (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

Es decir, en una de las fronteras más calientes, en plena “guerra fría”. A todo esto, debemos contemplar la efervescencia ecologista de los 70 y 80. Las gigantescas protestas de Europa, sobre todo en Alemania Federal, contra la instalación de las centrales nucleares y las bases estadounidenses de misiles. Los dirigentes soviéticos, bajo la dirección del recién asumido Konstantin Chernenko, decidieron captar la atención de los “verdes europeos”, y emprender la “Operación Beluga”.


Las belugas son unos cetáceos, similares a  las ballenas adaptadas al clima ártico.  Se caracterizan por su color blanco, la ausencia de aleta dorsal y una prominencia frontal, denominado órgano melón. Este le permite la ecolocalización, es decir analizar la capa de hielo y encontrar respiraderos.

Los cetáceos son mamíferos placentarios. Su tamaño es intermedio entre la ballena y el delfín. Miden un poco más de cinco metros de longitud y llegan a pesar un poco más de mil quinientos kilos.



Comparación de tamaño entre un humano promedio y una beluga

 

Sin acceso a zonas amplias donde nadar y obtener su alimento las belugas comenzaron a debilitarse. Se encontraban hacinadas en pequeños estanques, muy lejos del mar abierto. Los pescadores de la isla de Ytigran, descubrieron a mas de dos mil belugas varadas. Como no contaban con medios para desbloquearlas, se limitaron a alimentarlas y dar aviso a las autoridades. Al difundirse la noticia los Gobiernos de Canadá, Japón, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se involucraron. Tal vez fue lo que permitió a las belugas sobrevivir.

Desde helicópteros se alimentó a las belugas, y los soviéticos destinaron al rompehielos Moskva. El mayor rompehielos sovietico que no es nuclear. El Capitán Anatoli Kovalenko, observando el grosor de la capa de hielo, solicitó abandonar el salvataje. No obtuvo el permiso solicitado. 

Decidió abrir un canal para llevar a las belugas a mar abierto, fue guiado por helicópteros. El problema es que las belugas no seguían al barco, lo intentaron durante cuatro días. A punto de abandonar el salvataje. Un tripulante, se desconoce su nombre, utilizó los altoparlantes del rompehielos, para pasar música, clásica , ligera y hasta marcial. Las belugas comenzaron a seguir al barco, y fueron conducidas a mar abierto.

La Operación Beluga, fue una gran éxito para los soviéticos, que se ganaron la simpatía de los grupos ecologistas. Pero, en poco más de dos años, cuando se conozcan los sucesos de Chernobyl, nuevamente serán los villanos. Pero dejemos para otra oportunidad esa historia.

 

Febrero de 2024





 

Carlos Daniel Alharal

Profesor de Historia y Latín, egresado del I.P.C (Instituto del Profesorado “Concordia”).

Postgrado en Ciencias Sociales en I.P.C

Pueden comunicarse a través del correo electrónico: repasado2020@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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