Nació en Argentina. Es hija de inmigrantes españoles que arribaron al país en la década de 1930.
Su infancia —recuerda— fue feliz rodeada del amor de
los suyos. Desde niña aprendió que el trabajo era honra y orgullo, lo le
serviría más tarde para ejercer los oficios que más le apasionan: las bellas
artes y la escritura.
Inquieta por las distintas expresiones tanto en
pintura como en la escritura ha experimentado diversas posibilidades para
expresarse.
Su nombre, que significa: «La que añade», es la variante femenina de José y tiene una gran presencia en la historia.
Mi invitada se llama, Josefina Suarez y quise dialogar con ella para que me contara
sobre su oficio o sus oficios, para que nos acerquemos más a su obra para que
nos ayude a decodificar su trabajo y en esta ocasión el de escritora.
Es común que los textos los inspiren las vivencias:
el amor, el desamor, los amores frustrado, la ausencia, pero a Josefina son sus
obras las que le dictan los textos que realiza, los poemas que escribe.
Me dijo que su infancia, fue feliz «rodeada del amor de mis
abuelos, padres y hermanas. Siempre particularmente ligada a mis orígenes
ibéricos, tal vez por aquellos infinitos relatos que ahondaron en mi corazón.
Particularmente los de mi abuela materna con quien disfrutaba, embelesada,
largas tardes de historias, recuerdos y añoranzas de su tierra».
Lo
del amor al arte no es espontáneo ya que recuerda «como la gran mayoría de los
niños- mi medio de expresión y entretenimiento favorito fue la creación -en
todas sus manifestaciones- aunque debo reconocer que la escritura era la menos
ejercitada.
Pasaba
horas y horas jugando con personajes y situaciones imaginarias. Me encantaba
construir con lo que tuviera a la mano -ramitas u hojas secas, tierra, arena,
piedritas, lo que fuera-. Armar, desarmar, dibujar, colorear.
Me
extasiaba aprender viendo a mis mayores en el hacer, para luego -con su guía y
mi entusiasmo- intentar replicar.
Me
escabullía en el taller de mi padre -con la excusa de ayudarlo- para que me
permitiera usar alguna de sus herramientas.
Me
sentaba junto a mi madre mientras tejía o cosía, y así aprendí a dar las
primeras puntadas.
Como
señala el adagio popular “hijo de tigre sale pintado”, Josefina también se
contagió de lo que sus padres practicaban.
«Mi padre era gran amante del arte y la música, principalmente clásica.
Con
él aprendí a ver —no solo a mirar— un cuadro, una escultura, un fresco.
Aprendí
a escuchar -no solo a oír- una canción, una pieza musical, el sonido de los
instrumentos. Aprendí a sentir una pincelada e interpretar el relato implícito en
una melodía.
De
igual modo fue con mi madre, a la que le encantaba recitar dulces poemas, y
entonar alegres canciones. Seguramente por influencia de mi abuela -gran
refranera y entusiasta cantora de tonadas gallegas-.
Por
mi madre conocí la obra de Gustavo Adolfo Bécquer -poeta y narrador,
posromántico, español-. Y la de José Hernández -poeta y periodista argentino,
máximo exponente de la literatura gauchesca-.
Dos de sus favoritos.
Con
orgullo digo que no provengo de una familia de artistas, pero si de entusiastas
gozadores de la música, el arte y las letras.
Sus
influencias, sin duda alguna, fueron las que plantaron las semillas que dieron
origen a lo que hoy soy, creo y escribo.
¿Cómo
está conformado su núcleo familiar actual?
Hoy
me acompañan -aquí, ahora y en esta dimensión- mi marido, mi madre y dos
hermanas. Y continúan -desde otro plano- mi padre y mis cuatro abuelos.
Soy
de las personas que creen que hay vínculos verdaderamente indisolubles y
núcleos que más que definirse como centro, se definen como esencia. Todos ellos son parte de la mía.
¿Qué
circunstancias la acercan a escribir y que la atrae de este oficio?
Siento
que, por alguna razón que aún hoy desconozco, he nacido con una particular
sensibilidad. Aunque no siempre esto sea interpretado como una virtud, creo que
lo que me ha acercado la escritura, así como a las artes plásticas, ha sido la
necesidad de externalizar mi sensibilidad. Casi como un proceso de
autoconocimiento o autosuperación…hasta podría decir de autosanación.
Suelo
decir que mis poemas o narraciones, no responden al ejercicio de un oficio. Por
lo menos no por el momento. O quizás no me he dado el permiso para reconocerlo
como tal. Responden, si, a una necesidad de expresión que surge en aquellos
lugares y momentos en que desea surgir, y de la forma que prefiere hacerlo. Tal
vez sea eso lo que más me atrae… la espontaneidad e ingenuidad con que llega.
¿Qué
fue lo primero que hizo y que Ud. vio que había gustado a quienes vieron su
trabajo?
Para
ser sincera no podría decir cual fue el primer escrito en el que me sentí validada
por la opinión de otros. Tal vez porque fue hace mucho tiempo, o quizás porque
aún -y digo aún porque ya estoy trabajando en ello- no he publicado ninguna recopilación
de mis versos.
Comparto
mis escritos en forma esporádica, y la mayoría de las veces van acompañados de
alguna obra visual -pintura, escultura, ilustración, grabado- que surgió del
texto, o viceversa. Suelo conectar positivamente con la gente a través de
ellos, y eso me resulta muy gratificante.
Lo
que puedo contar con la misma satisfacción, es que durante la pandemia dediqué
el tiempo de aislamiento a la ejecución de una serie de ilustraciones que
conformaron una bella colección titulada Ilustraciones
en tiempos de guarda.
Cada
una de esas ilustraciones cuenta con un texto alusivo.
Y
cada vez que tuve oportunidad de compartirlos, sea acompañando la exposición de
las obras o a través de las redes sociales, fueron hermosamente recibidos.
De
hecho, tengo un libro maquetado con todo ello, el cual espero publicar en un
futuro cercano. Cuando ello suceda me
sentiré feliz de compartirlo con usted, su audiencia y lectores.
¿Qué
le decidió por la escritura como forma de pronunciarse ante el mundo?
En
realidad, mi voz ante el mundo se impregna, con la subjetividad que ello
implica, en todo cuanto soy capaz de crear. Sea visual, material o escrito. Sea
bien avenido, o no, por quienes vean, palpen o lean.
Amo
pintar, dibujar, ensamblar, esculpir, escribir…
Amo
la grandilocuencia de las cosas simples.
Amo
cargar de simbolismo, poesía y metáfora cada creación.
Amo
expresarme con la mayor libertad y autenticidad posible.
Y
para ello me valgo de todo cuanto medio y recurso fui recogiendo a lo largo del
camino.
La
escritura, sin siquiera intencionarlo, se ha convertido en uno más de ellos.
¿Cuáles
cree usted, son las condiciones que hace de alguien un buen escritor?
La
lealtad con uno mismo.
La
sensibilidad ante el mundo que nos rodea.
La
empatía ante el prójimo.
La
honestidad y transparencia.
La
curiosidad y capacidad de asombro.
La
humildad ante la vida.
Tal
vez sean muchas, quizás pocas, pero creo que son algunas de las condiciones o
cualidades que permite escribir desde lo más noble del corazón. Y cuando eso
pasa, surgen esas palabras que ineludiblemente tocan el corazón de alguien más.
Conectan, conmueve, enriquece, motiva o inspira a ese alguien.
¿Cómo
define su trabajo y su propuesta literaria?
Si
tuviera que ser rigurosa diría que se enmarca en el género poético con un
estilo narrativo. Habitualmente lo defino como “pinceladas poéticas”, ya que se
encuentra muy ligado a mi obra plástica.
¿Qué
es para usted escribir?
Es
pintar con letras, signos y espacios.
Esculpir
con oraciones, versos, estrofas...
Es
expresión del espíritu y manifestación del alma.
Es
sentimientos, pensamientos, creencias, vivencias, anhelos, emociones… dibujados
con palabras.
¿Para
qué sirve escribir en una sociedad tan banal como la que hoy vivimos?
Para
anclar, preservar, arraigar.
Para
volver a lo sutil, a la esencia.
Para
conectar y reconectar.
Para
honrar, agradecer y continuar.
¿Qué
no ha podido lograr como escritora?
Por
el momento no podría responder, ya que no me obstinado con ningún proyecto
literario en particular.
Como
mencioné anteriormente tengo un libro maquetado, que por cierto me haría
ilusión verlo publicado. Espero pronto poder compartir noticias al respecto.
¿Qué
proyectos tiene a mediano y largo plazo?
A
corto o mediano plazo pretendo terminar la recopilación en la que estoy
trabajando. Y a largo plazo tal vez lanzarme con alguna obra netamente
narrativa.
Así
como en el arte, estoy abierta y bien dispuesta a que el camino me sorprenda.
¿Un
mensaje reflexión para quienes quieren dedicarse a escribir?
Con
base en mi experiencia y proceso…
Si
viene de adentro, permítele salir.
Si
tienes la inquietud, inténtalo.
Si
sientes la convicción, hazlo.
Si
lo haces, disfrútalo… sin juicios ni prejuicios, para y por ti.
El
resto llegará solo.
Una
frase que sea motivación para seguir adelante.
“Caminante
no hay camino…se hace camino al andar” de Antonio Machado -poeta y dramaturgo
español-.
Compártanos
algunos de sus poemas.
¡Claro,
con todo placer!
Cae la tarde.
Cayendo la tarde va, con
su manto frío.
Caricia azul, del cielo a
las flores da abrigo.
Aves en vuelo buscan sus
cálidos nidos,
mientras la luz del sol
se apaga entre gotas de rocío.
Melancolía.
Como cisne en medio del
pantano
herido de lodo y
melancolía,
ruedan las notas de un
poema,
acunando al sol, una
estrella caída.
Encuentro fugaz.
Siento pasos vacilantes
que se acercan de lejos,
pasos de una historia que
se escribe entre sueños.
Tersas manos quebrantadas
por ásperos recuerdos,
rozan mi hombro
deteniendo con su roce el tiempo.
Lo miro, me mira… solo un
instante y en silencio.
Retomamos el paso con un
resto de alimento.
Pasos cercanos, se alejan
y desvían.
Caminos distantes…fugaz
el encuentro.
Simplemente verdad.
Sentimiento expansivo que
viaja e ilumina,
que surca caminos y cruza
fronteras.
Estado del alma que se
manifiesta;
que late, consuela,
irradia, acaricia.
Verdad subjetiva, ¿un
tanto ilusoria?
¿Relativa, aparente…
idealista quizás?
Verdad para muchos, o tal
vez para pocos.
Motor de vida. Para mí,
simplemente verdad.
Sueños de mil y una noches.
Sueño con aromas a campos floridos.
Sueño con aves regresando a sus
nidos.
Sueño con suaves colores fluidos.
Sueño con espacios llenos y vacíos.
Sueño con teteras junto al calor de
un amigo.
Sueño con seres mágicos por doquier
escondidos.
Sueño con Paz en tierra de todos.
Paz entre muertos, presentes y vivos.
Sueños de mil y una noches…
Sueños de muchos, no solo míos.
El sonido del silencio.
Sonido
estruendoso aquel del silencio.
Palpitante, profundo…
tan grave y agudo a la vez.
Sonido estruendoso aquel del silencio.
Amantes memorias…
luz y sombra del ser.
Sonido estruendoso aquel del
silencio.
Déjame escucharte
aun cuando no estés.
Reflexión.
Gotas caen de mi pecho, llora mi
paleta a la vez;
agonizantes lágrimas perciben agua
bajo mis pies.
Allí afuera amenazas. ¡Queman hasta
la piel!
Aquí dentro esperanza brincando de mi
pincel.
Regalo de Dios el arte -me dije- nace
y crece así mi fe.
El mundo se detuvo, mas no me
detendré.
Esperanza en colores, quizás otros la
ven.
Pinceladas y letras para despertar al
Ser...
Ser para ver, sentir y agradecer.
Ser para amar, recordar y trascender.
Ser para decir cuando mañana sea
ayer.
Ser…simplemente por la dicha de Ser.
Reflexión…
Solo un momento de reflexión.
Siéntate a mi mesa… es tiempo de
compartir.
Compartir un café cuando aún no
amanece,
esperando al sol que ya va a
despuntar.
Compartir pensamientos, con nuestro
Yo silencioso,
de caminos andados y otros por andar.
Compartir experiencias, vivencias,
historias,
con aquellos que un día nos
recordarán.
Compartir recuerdos de épocas pasadas
en sendas, que hace leguas, nos
vieron transitar.
Compartir un juego, con adultos y
niños,
en el que la edad no está invitada a
jugar.
Compartir la cena con presentes y
ausentes,
con los que llegaron y los que ya no
volverán.
Compartir el legado de nuestros
ancestros,
que en sus rocosas paredes siempre
latirá.
Compartir una copa con el amor de
nuestra vida,
compañero de andanzas, amigo
incondicional.
Compartir añoranzas de tierras
lejanas
que esperan, pacientes, nuestro regresar.
Compartir sueños, algunos alcanzados
y otros que el tiempo, quizás, no nos
permita alcanzar.
Compartir la vida, aquí mismo y
ahora.
El tiempo huele a brisa… pasa,
acaricia y se va.
Con
este último poema he querido honrar el valor del tiempo. Ese bien que, en la
actualidad, pareciera ser tan escaso.
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