Textos que compartidos se vuelven viajeros.

9/2/25

Amo la grandilocuencia de las cosas simples / Por Manuel Tiberio Bermúdez


Nació en Argentina. Es hija de inmigrantes españoles que arribaron al país en la década de 1930.

Su infancia —recuerda— fue feliz rodeada del amor de los suyos. Desde niña aprendió que el trabajo era honra y orgullo, lo le serviría más tarde para ejercer los oficios que más le apasionan: las bellas artes y la escritura.

 Hoy en su hoja de vida no hay mucho espacio para reseñar todos los trabajos que ha puesto a la consideración del público.

Inquieta por las distintas expresiones tanto en pintura como en la escritura ha experimentado diversas posibilidades para expresarse.

Su nombre, que significa: «La que añade», es la variante femenina de José y tiene una gran presencia en la historia.

Mi invitada se llama, Josefina Suarez  y quise dialogar con ella para que me contara sobre su oficio o sus oficios, para que nos acerquemos más a su obra para que nos ayude a decodificar su trabajo y en esta ocasión el de escritora.

 

Es común que los textos los inspiren las vivencias: el amor, el desamor, los amores frustrado, la ausencia, pero a Josefina son sus obras las que le dictan los textos que realiza, los poemas que escribe.

Me dijo que su infancia, fue feliz «rodeada del amor de mis abuelos, padres y hermanas. Siempre particularmente ligada a mis orígenes ibéricos, tal vez por aquellos infinitos relatos que ahondaron en mi corazón. Particularmente los de mi abuela materna con quien disfrutaba, embelesada, largas tardes de historias, recuerdos y añoranzas de su tierra».

 

Lo del amor al arte no es espontáneo ya que recuerda «como la gran mayoría de los niños- mi medio de expresión y entretenimiento favorito fue la creación -en todas sus manifestaciones- aunque debo reconocer que la escritura era la menos ejercitada.

 

Pasaba horas y horas jugando con personajes y situaciones imaginarias. Me encantaba construir con lo que tuviera a la mano -ramitas u hojas secas, tierra, arena, piedritas, lo que fuera-. Armar, desarmar, dibujar, colorear.

Me extasiaba aprender viendo a mis mayores en el hacer, para luego -con su guía y mi entusiasmo- intentar replicar.

Me escabullía en el taller de mi padre -con la excusa de ayudarlo- para que me permitiera usar alguna de sus herramientas.

Me sentaba junto a mi madre mientras tejía o cosía, y así aprendí a dar las primeras puntadas.

 

Como señala el adagio popular “hijo de tigre sale pintado”, Josefina también se contagió de lo que sus padres practicaban.  «Mi padre era gran amante del arte y la música, principalmente clásica.

Con él aprendí a ver —no solo a mirar— un cuadro, una escultura, un fresco.

Aprendí a escuchar -no solo a oír- una canción, una pieza musical, el sonido de los instrumentos. Aprendí a sentir una pincelada e interpretar el relato implícito en una melodía.

 

De igual modo fue con mi madre, a la que le encantaba recitar dulces poemas, y entonar alegres canciones. Seguramente por influencia de mi abuela -gran refranera y entusiasta cantora de tonadas gallegas-.

 

Por mi madre conocí la obra de Gustavo Adolfo Bécquer -poeta y narrador, posromántico, español-. Y la de José Hernández -poeta y periodista argentino, máximo exponente de la literatura gauchesca-.  Dos de sus favoritos.

 

Con orgullo digo que no provengo de una familia de artistas, pero si de entusiastas gozadores de la música, el arte y las letras.

Sus influencias, sin duda alguna, fueron las que plantaron las semillas que dieron origen a lo que hoy soy, creo y escribo.

 

¿Cómo está conformado su núcleo familiar actual?

Hoy me acompañan -aquí, ahora y en esta dimensión- mi marido, mi madre y dos hermanas. Y continúan -desde otro plano- mi padre y mis cuatro abuelos.

 

Soy de las personas que creen que hay vínculos verdaderamente indisolubles y núcleos que más que definirse como centro, se definen como esencia.  Todos ellos son parte de la mía.

 

¿Qué circunstancias la acercan a escribir y que la atrae de este oficio?

Siento que, por alguna razón que aún hoy desconozco, he nacido con una particular sensibilidad. Aunque no siempre esto sea interpretado como una virtud, creo que lo que me ha acercado la escritura, así como a las artes plásticas, ha sido la necesidad de externalizar mi sensibilidad. Casi como un proceso de autoconocimiento o autosuperación…hasta podría decir de autosanación.

 

Suelo decir que mis poemas o narraciones, no responden al ejercicio de un oficio. Por lo menos no por el momento. O quizás no me he dado el permiso para reconocerlo como tal. Responden, si, a una necesidad de expresión que surge en aquellos lugares y momentos en que desea surgir, y de la forma que prefiere hacerlo. Tal vez sea eso lo que más me atrae… la espontaneidad e ingenuidad con que llega.

 

¿Qué fue lo primero que hizo y que Ud. vio que había gustado a quienes vieron su trabajo?

Para ser sincera no podría decir cual fue el primer escrito en el que me sentí validada por la opinión de otros. Tal vez porque fue hace mucho tiempo, o quizás porque aún -y digo aún porque ya estoy trabajando en ello- no he publicado ninguna recopilación de mis versos.

 

Comparto mis escritos en forma esporádica, y la mayoría de las veces van acompañados de alguna obra visual -pintura, escultura, ilustración, grabado- que surgió del texto, o viceversa. Suelo conectar positivamente con la gente a través de ellos, y eso me resulta muy gratificante.

 

Lo que puedo contar con la misma satisfacción, es que durante la pandemia dediqué el tiempo de aislamiento a la ejecución de una serie de ilustraciones que conformaron una bella colección titulada Ilustraciones en tiempos de guarda.

 

Cada una de esas ilustraciones cuenta con un texto alusivo.

Y cada vez que tuve oportunidad de compartirlos, sea acompañando la exposición de las obras o a través de las redes sociales, fueron hermosamente recibidos.

De hecho, tengo un libro maquetado con todo ello, el cual espero publicar en un futuro cercano.  Cuando ello suceda me sentiré feliz de compartirlo con usted, su audiencia y lectores.

 

¿Qué le decidió por la escritura como forma de pronunciarse ante el mundo?

En realidad, mi voz ante el mundo se impregna, con la subjetividad que ello implica, en todo cuanto soy capaz de crear. Sea visual, material o escrito. Sea bien avenido, o no, por quienes vean, palpen o lean.

Amo pintar, dibujar, ensamblar, esculpir, escribir…

Amo la grandilocuencia de las cosas simples.

Amo cargar de simbolismo, poesía y metáfora cada creación.

Amo expresarme con la mayor libertad y autenticidad posible.

Y para ello me valgo de todo cuanto medio y recurso fui recogiendo a lo largo del camino.  

La escritura, sin siquiera intencionarlo, se ha convertido en uno más de ellos.

 

¿Cuáles cree usted, son las condiciones que hace de alguien un buen escritor?

La lealtad con uno mismo.

La sensibilidad ante el mundo que nos rodea.

La empatía ante el prójimo.

La honestidad y transparencia.

La curiosidad y capacidad de asombro.

La humildad ante la vida.

 

Tal vez sean muchas, quizás pocas, pero creo que son algunas de las condiciones o cualidades que permite escribir desde lo más noble del corazón. Y cuando eso pasa, surgen esas palabras que ineludiblemente tocan el corazón de alguien más. Conectan, conmueve, enriquece, motiva o inspira a ese alguien.

 

¿Cómo define su trabajo y su propuesta literaria?

 

Si tuviera que ser rigurosa diría que se enmarca en el género poético con un estilo narrativo. Habitualmente lo defino como “pinceladas poéticas”, ya que se encuentra muy ligado a mi obra plástica.

 

¿Qué es para usted escribir?

Es pintar con letras, signos y espacios.

Esculpir con oraciones, versos, estrofas...

Es expresión del espíritu y manifestación del alma.

Es sentimientos, pensamientos, creencias, vivencias, anhelos, emociones… dibujados con palabras.

 

¿Para qué sirve escribir en una sociedad tan banal como la que hoy vivimos?

Para anclar, preservar, arraigar.

Para volver a lo sutil, a la esencia.

Para conectar y reconectar.

Para honrar, agradecer y continuar.

 

¿Qué no ha podido lograr como escritora?

Por el momento no podría responder, ya que no me obstinado con ningún proyecto literario en particular.

Como mencioné anteriormente tengo un libro maquetado, que por cierto me haría ilusión verlo publicado. Espero pronto poder compartir noticias al respecto.

 

¿Qué proyectos tiene a mediano y largo plazo?

A corto o mediano plazo pretendo terminar la recopilación en la que estoy trabajando. Y a largo plazo tal vez lanzarme con alguna obra netamente narrativa.

Así como en el arte, estoy abierta y bien dispuesta a que el camino me sorprenda.

 

¿Un mensaje reflexión para quienes quieren dedicarse a escribir?

Con base en mi experiencia y proceso…

Si viene de adentro, permítele salir. 

Si tienes la inquietud, inténtalo.

Si sientes la convicción, hazlo.

Si lo haces, disfrútalo… sin juicios ni prejuicios, para y por ti.

El resto llegará solo.

 

Una frase que sea motivación para seguir adelante.

“Caminante no hay camino…se hace camino al andar” de Antonio Machado -poeta y dramaturgo español-.

 

Compártanos algunos de sus poemas.

 

¡Claro, con todo placer!

Cae la tarde.

 

Cayendo la tarde va, con su manto frío.

Caricia azul, del cielo a las flores da abrigo.

Aves en vuelo buscan sus cálidos nidos,

mientras la luz del sol se apaga entre gotas de rocío.

 

Melancolía.

 

Como cisne en medio del pantano

herido de lodo y melancolía,

ruedan las notas de un poema,

acunando al sol, una estrella caída.

 

Encuentro fugaz.

 

Siento pasos vacilantes que se acercan de lejos,

pasos de una historia que se escribe entre sueños.

 

Tersas manos quebrantadas por ásperos recuerdos,

rozan mi hombro deteniendo con su roce el tiempo.

 

Lo miro, me mira… solo un instante y en silencio.

Retomamos el paso con un resto de alimento.

 

Pasos cercanos, se alejan y desvían.

Caminos distantes…fugaz el encuentro.

 

Simplemente verdad.

 

Sentimiento expansivo que viaja e ilumina,

que surca caminos y cruza fronteras.

 

Estado del alma que se manifiesta;

que late, consuela, irradia, acaricia.

 

Verdad subjetiva, ¿un tanto ilusoria?

¿Relativa, aparente… idealista quizás?

 

Verdad para muchos, o tal vez para pocos.

Motor de vida. Para mí, simplemente verdad.

 

Sueños de mil y una noches.

 

Sueño con aromas a campos floridos.

Sueño con aves regresando a sus nidos.

Sueño con suaves colores fluidos.

Sueño con espacios llenos y vacíos.

Sueño con teteras junto al calor de un amigo.

Sueño con seres mágicos por doquier escondidos.

 

Sueño con Paz en tierra de todos.

Paz entre muertos, presentes y vivos.

Sueños de mil y una noches…

Sueños de muchos, no solo míos.

 

El sonido del silencio.

 

Sonido estruendoso aquel del silencio.

Palpitante, profundo…

tan grave y agudo a la vez.

 

Sonido estruendoso aquel del silencio.

Amantes memorias…

luz y sombra del ser.

 

Sonido estruendoso aquel del silencio.

Déjame escucharte

aun cuando no estés.

 

Reflexión.

 

Gotas caen de mi pecho, llora mi paleta a la vez;

agonizantes lágrimas perciben agua bajo mis pies.

Allí afuera amenazas. ¡Queman hasta la piel!

Aquí dentro esperanza brincando de mi pincel.

 

Regalo de Dios el arte -me dije- nace y crece así mi fe.

El mundo se detuvo, mas no me detendré. 

Esperanza en colores, quizás otros la ven.

Pinceladas y letras para despertar al Ser...

 

Ser para ver, sentir y agradecer.

Ser para amar, recordar y trascender.

Ser para decir cuando mañana sea ayer.

Ser…simplemente por la dicha de Ser.

 

Reflexión…

Solo un momento de reflexión.

 

Siéntate a mi mesa… es tiempo de compartir.

 

Compartir un café cuando aún no amanece,

esperando al sol que ya va a despuntar.

 

Compartir pensamientos, con nuestro Yo silencioso,

de caminos andados y otros por andar.

 

Compartir experiencias, vivencias, historias,

con aquellos que un día nos recordarán.

 

Compartir recuerdos de épocas pasadas

en sendas, que hace leguas, nos vieron transitar.

 

Compartir un juego, con adultos y niños,

en el que la edad no está invitada a jugar.

 

Compartir la cena con presentes y ausentes,

con los que llegaron y los que ya no volverán.

 

Compartir el legado de nuestros ancestros,

que en sus rocosas paredes siempre latirá.

 

Compartir una copa con el amor de nuestra vida,

compañero de andanzas, amigo incondicional.

 

Compartir añoranzas de tierras lejanas

que esperan, pacientes, nuestro regresar.

 

Compartir sueños, algunos alcanzados

y otros que el tiempo, quizás, no nos permita alcanzar.

 

Compartir la vida, aquí mismo y ahora.

El tiempo huele a brisa… pasa, acaricia y se va.

 

Con este último poema he querido honrar el valor del tiempo. Ese bien que, en la actualidad, pareciera ser tan escaso.




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